Luego del exabrupto en las "Brujas de Cachiche", el segundo vicepresidente, no volverá a tomar azúcar, mucho menos el de Andahuasi. Esto, como penitencia por otra metida de pata que lo podría dejar fuera del cargo debido a la gravedad de la denuncia.

A Omar Chehade se le acusa de traficar sus influencias a favor del grupo Wong. Según las denuncias de IDL reporteros, Chehade se habría reunido con un grupo de generales para coordinar un operativo de desalojo en la azucarera Andahuasi (otro de los tantos) para sacar a los "invasores" de la empresa en nombre de las inversiones privadas. Para Chehade, estas, no se podían detener por culpa de unos revoltosos ignorantes a quienes había que dar con palo y coordinar un desalojo sin importar el costo material y humano que ello podía implicar. Había que actuar en nombre de las inversiones.

Esta visión desarrollista que pensamos había quedado enterrada en el olvido, supervive en la mente de nuestros profesionales y nuestros políticos más lucidos que, hablando en terminos sociales, representan a una burguesía profesional e intelectual que no sale de su escritorio y no entiende el país. La existencia de esta miopía ideológica en nuestros itelectuales más reputados que hoy integran el gobierno, nos da como resultado casos como el de Chehade, quien se ha olvidado o no entiende que esto es una lucha de clases, como lo plantéa la izquierda.

Si hablamos en terminos de clase, Chehade representa la miopía ideológica del burgués de izquierda (en este caso del PNP) que ha perdido la conciencia de clase, al traficar sus influencias a favor de grupos de poder como los Wong, en contra de los trabajadores de Andahuasi.

Hasta ahora, los mas beneficiados de esta remolacha de sucesos que podrían dejar fuera del cargo a Chehade, son los trabajadores de la azucarera Andahuasi, que se ha convertido en el emblema de la lucha de los trabajadores campesinos contra la oligarquía azucarera de la costa, que apoyada en el poder policial, mediático, politico y economico intenta consolidar su poder en el país. Ahora todos sabemos cómo el grupo Wong maneja a los políticos de turno y cumple al pie de la letra con el consabido lema de sus tiendas: "Wong, donde comprar (vicepresidentes) es un placer".